Archivo mensual: noviembre 2017

PARA DISCUTIR NUESTRO FUTURO (año 1995)

RETROSPECTIVAHace más de 20 años que escribimos este artículo. Era un momento de mucha confusión entre aquellos que nos negábamos a aceptar el relato de la entrega de un pensamiento. Diseñamos estas lineas generales que de alguna manera marcarían nuestro actuar durante estos años. Hoy el artículo cobra más vigencia que nunca y mucho de lo que iluminamos en aquel entonces fue profético.  Sigue leyendo

Hay que agruparse alrededor de las propuestas de paz

Por: Ricardo Robledo

Unas condiciones históricas

Si estudiamos la historia de Colombia y cómo se incorporó al sistema capitalista mundial, no encontramos un proceso revolucionario en el cual una clase burguesa criolla emergente, se levante en contra del feudalismo como resultado de contradicciones económicas entre lo que empuja a la sociedad y lo que la frena.

Colombia fue integrada al capitalismo como periferia. Esa fue la forma como ingresó al proceso civilizatorio global que conforma la Modernidad. No se ven razones para expresar que como en el país no se dio una revolución democrático burguesa clásica –como la francesa- entonces, no hubo ni hay Modernidad. Tal interpretación se basa en concepciones lineales de la realidad, a la vez que europeizantes.

Es importante estudiar las revoluciones democrático burguesa y la Modernidad para el país, porque es con estas transformaciones sociales como surgen los conceptos de Ciudadano, Democracia liberal y Nación, entre otros de peso histórico, como el de república Democrática. De los párrafos anteriores se deduce que tales criterios no surgieron como producto de un desarrollo de lucha interna, sino que fueron importados o introducidos por intereses y fuerzas externas.

Se puede afirmar que no hay una asimilación por parte de la población de las categorías de Ciudadano, Democracia y Nación y no están en su ADN histórico. No se han vivido ni existido en su significado amplio. La visión de Bolívar iba en esa dirección, pero su proyecto fue perseguido, derrotado y desmontado, tema que ha sido muy documentado por historiadores y literatos. (Ver por ejemplo la amplia bibliografía que aporta el profesor Juan Guillermo García en su libro sobre la Carta de Jamaica del 2015); pero este no es el asunto ahora.

Los derechos de los ciudadanos colombianos pobres, no van más allá de poder depositar un papelito en las urnas el día de las elecciones, además de estar registrado como connacionales y poseer cédula. El profesor Fernando Lopes-Alves, en su libro “El origen del estado y la democracia en América Latina”, ve a Colombia como un estado débil con una democracia restrictiva en pasajes de su historia (En momentos del Siglo XIX, sólo estaban habilitados para votar los que poseían ciertos bienes).  Las mujeres apenas lograron este derecho  en 1954.

El ejército colombiano puede masacrar campesinos, una y otra vez, como ha ocurrido  siempre y ocurrió recientemente en Nariño, sin que motive investigaciones contundentes. Eso es lo que vale ser ciudadano en Colombia. Como apéndices del ejército imperialista, los militares ven las luchas de la población interna y de liberación nacional, como acciones de enemigos; actúan como fuerzas de ocupación. Ese es el criterio de nación y soberanía impulsado por la clase política tradicional que históricamente devino en gobiernos de nobleza hereditarios, con una oligarquía que se ha enriquecido del asalto al estado, al que toman como su botín familiar. Esta dominación aberrante y secular, ha impedido la marcha civilizatoria del país hacia al estado republicano de la modernidad.

Los conceptos de República democrática, Ciudadano, Democracia y Nación constituyen una deuda social todavía pendientes de ser implementados. Los acuerdos de paz logrados recientemente van en esa trayectoria, al menos en su contenido firmado. Se constituyen en un paso obligante y necesario del proceso revolucionario. Estos son puntos a tener en cuenta en las consultas electorales que se avecinan. Hay que jugar por una alianza que garantice la implementación y la apertura civilizatoria hacia un estado de derecho, para potenciar las fuerzas sociales de la población como constituyente primario. Hay que deponer cualquier interés particular, en honor de la gloria de lo social.

Hablando más claro, el pueblo colombiano no sabe lo que significa ser Ciudadano, ni el disfrute de una Nación, ni qué es la Democracia. Cuando se apropien de estos conceptos, vendrán otros desarrollos. El escritor peruano, Manuel González Prada (1844-1918), dice en su libro Anarquía: “Cuando los hombres poseen el derecho de elegir y ser elegidos, cuando gozan de igualdad civil y de igualdad política, entonces pretenden borrar las desigualdades económicas.” (Pags. 38-39).

Vistas así las cosas, los acuerdos de paz se constituyen en uno de los hechos más trascendentales en la historia social y política del país.

No obstante, las fronteras nacionales,  Ciudadano y Democracia actual, son categorías surgidas del desarrollo de la sociedad burguesa y se enfrentan a desarrollos que se expresan en voces de integración regional (Mi patria es América) y mundial (Como decía el maestro Fernando González: para un filósofo su patria es la Tierra). Ese es el llamado de la Internacional Proletaria: cambiemos el mundo de fase hundiendo al imperio burgués.

Cuál es el viento que impulsa las velas?

Todo proceso revolucionario debe tener un respaldo social que lo impulse; es decir debe ser una consecuencia del movimiento organizado del pueblo en defensa de sus intereses.

Una cosa son los acuerdos de paz y otro lo aprobado por la instituciones oligárquicas. Se cumple una vez más el engaño y la vieja política de Indias: Se obedece pero no se cumple. Se deforman los contenidos para quitarles su valor y potencial transformador. No hay fuerza social que se movilice presionando la aprobación. Se convierte la justicia especial para la paz en una burla a lo pactado, a las víctimas y a la sociedad colombiana como principal afectada.

Porque en Colombia, no es delincuente el que comete un delito sino el que se deja condenar. Hay una conclusión obvia y lógica: aquellos que se oponen a la justicia especial para la paz y luchan por ser excluidos, confirman así su responsabilidad y compromiso con los crímenes de lesa humanidad, por que como dice la sabiduría popular: “el que nada debe, nada teme”, “el que tiene rabo de paja, no se acerca a la candela”.

Hasta el momento no se aprecia un movimiento social con impacto para impulsar mayores transformaciones que trasciendan la democracia liberal, que sea consciente de su peso histórico para el avance hacia una sociedad más humana. Si no existe hay que potenciarlo, lo que implica un camino cierto por recorrer que parte de reconocer una realidad social para transformarla permanentemente de acuerdo con el poder de la ley dialéctica de la negatividad.

Dirigentes aislados y formados en la democracia representativa del modelo oligárquico, no pueden aparecer desde lo alto como salvadores de una población a la que ven como inferior, cuyos miembros habrán de ser conducidos para que nada cambie en su contenido.

El mencionado escritor peruano González Prada, continúa en su libro Anarquía: “…no basta adoptar a la ligera una convicción, llevándola a flor de piel, como un objeto de exhibición y lujo: se necesita acariciarla, ponerla en el corazón y unirla con lo más íntimo del ser hasta convertirla en carne de nuestra carne, en vida de nuestra vida.” (pag. 37).

Si no se potencian las fuerzas sociales, se corre el riesgo de reproducir la misma porquería, como ya habían anunciado los clásicos. Los organismos y las organizaciones tratan de conservar las condiciones que los hicieron surgir; es una ley natural muy aplicable a lo social.

“cada día se reduce más el número de los ilusos que de un parlamento aguardan la felicidad pública” (pag 43)

Hay que crear instancias de decisión popular y a partir de ahí construir una forma de estado que sea su consecuencia, con funcionarios que manden obedeciendo y un gobierno que represente y defienda los intereses de la población.

Noviembre 29 de 2017

Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino

El conflicto entre Palestina e Israel data de principios del siglo XX cuando los sionistas empezaron a reclamar el establecimiento de un Estado judío en tierras palestinas.

Origen: Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino

De un internet abierto a una vuelta a la edad oscura

a través de De un internet abierto a una vuelta a la edad oscura

La habitación

LA HABITACIÓN

Ya no me hace gracia el rayo de luz mañanero que se mete por la teja de eternit dándome los buenos días. Ya no… ya no tiene encanto esta habitación para mí; la pared tiene una humedad, se empezó a podrir de dolor de ver lo que allí sucedió.

Las muñecas coloridas en la estantería cerraron sus ojos, aparentemente se volvieron aserrín.

Las paredes blancas quedaron manchadas por el deseo bestial de unas mentes retorcidas.

La ventana que daba a la luz principal no volvió a abrirse, se encogió de miedo; sus cerrojos se oxidaron al extremo, se redujeron de terror.

La vergüenza, la inseguridad, la burla son constantes en el espejo.

Los fantasmas de esa época a veces van y vienen como cortinas de humo.

Aborrezco donde duermo tanto como a mi colchón, siempre evoca los sucesos de junio; sólo el rechinar de mi cama al acomodarme trae a mi memoria el vaivén en mis oídos una vez y otra vez.

Ahí estaba yo, inconsciente con mi desnudez, frágil cual marioneta manejada por cinco pares de manos diferentes; desperté en plena función con vagos recuerdos, me manipulaban como querían; había sobre mi uno me oprimía con fuerza, los cuatro restantes ya habían acabado el acto. Me sentía adolorida y cansada mientras los demás observaban el festín con lascivia, fui objeto de escarnio…

Cuando recuperé un poco de fuerza me levante y caí sobre un líquido con restos de bilis; no sé si era mío pero aun así vomite allí observado mi inmundicia.

Me revolqué de rabia, mis piernas y caderas parecían púrpuras, mi busto aún tenían las secuelas de unas uñas eufóricas.

Grité, mordí mis labios, rechiné mis dientes de agonía y más tarde que pronto, esas cuatro paredes se convirtieron en montañas donde sólo se escuchaba el aullido de un lastimado lobo. Quise que la noche me abrazara y que su bruma me matara.

El camino al baño fue largo, aunque luego de llegar, en él me quedé y fue en ese instante donde tuvo lugar el primero de muchos intentos por volver a ser lo que alguna vez fui; me lavé a mí y a mis culpas, el espíritu abandonó la carne y quedaron las penurias.

Me lamenté como mandrágora al punto que mis ojos desencadenaban torrentes de agua salada, ese día me volví de cartón y finalmente me reduje a nada.

La ropa que usé la quemé en un intento desesperado de que con ella se quemaran también los recuerdos.

Esta casa era mi fortaleza, mi sitio favorito de bellos recuerdos en donde crie a mis hijos y compartí con el amor de mi vida, ahora veo la inseguridad merodeando por todas partes, en todos los momentos.

El pavor se clavó en mis costillas; la ansiedad va conmigo, ahora intrínseca a mi pecho y se cree con el derecho de robarme la respiración.

Lo que más quisiera es tener alas y volar tan alto, tan lejos, a tal punto que la tierra no parezca más que un grano de arena en la inmensidad del desierto; donde las manos humanas no me toquen y no osen hacerme daño

Hay algo que aún me duele y sé que en lo que me queda de vida, seguirá ahí, incrustada en mí, como una espina: Lo que hace la guerra no tiene límites, experimentar las secuelas que deja en nosotras es aterrador.

Lo insignificante que se vuelve la vida bajo esa tela roja no lo puedo describir, no encuentro las palabras, ¿Qué tan inhumano se puede llegar a ser por ello?, ¿Qué tantas semillas de miedo habrán sembrado en los corazones de personas inocentes? Y una pregunta que perturba: ¿Se detendrá?

Ustedes tienen acá, valiosos testimonios, rompecabezas vivos con piezas pérdidas. Por eso está la responsabilidad de unir las piezas, sin pensar que somos una cifra más.

Contar estas historias de vida es nuestro aporte, desde ahora esperamos que ustedes recojan estos hijos, y tejan con ellos un nuevo horizonte. Esperamos que se apropien de su dolor y de nuestras luchas, que ya no sean más las luchas solo de las mujeres.

Esperamos un real compromiso, que generemos cambios en la justicia, esa misma que a veces es tan injusta con nuestras historias, como en las políticas públicas que a veces son tan esquivas, pero sobretodo en la sociedad que a veces es tan mezquina y le falta memoria.

Este es nuestro llamado para que lo que se narra trascienda el papel y se convierta en hechos de verdad y justicia”.

Mariluz López

 Publicado en Noticias CNMH

Alegria Popular en Ecuador por llegada de Rafael Correa

 

Medellín. Caso Une-Millicom, Gonzalo Álvarez Henao

Tomado de: Periódico «El Mundo» Noviembre 26 de 2017  http://www.elmundo.com/noticia/UNE-Millicomel-enredo-de-los1-4-billones/363270 bajo el título de «UNE – Millicom: el enredo de los $1,4 billones»

«… Gonzalo Álvarez Henao, exconcejal de Medellín y presidente del Movimiento Cívico de Medellín y el Área Metropolitana, aseveró tajantemente que Millicom no se apoderó de UNE EPM Telecomunicaciones S.A. y sus asociadas para hacer de ellas unas empresas importantes, “sino para saquearlas”.

“La estafa que estamos denunciando está completamente documentada, conociendo que después de la supuesta fusión, solicitamos un certificado de existencia de UNE EPM Telecomunicaciones S.A., el cual nos fue expedido por la Cámara de Comercio de Medellín en agosto 19 de 2014”, dijo Álvarez.

Y continuó: “en este documento, UNE, como empresa absorbente, figuraba como la empresa matriz, controlando directamente a Edatel S.A., Empresa de Telecomunicaciones de Pereira S.A., Cinco Telecom Corporation, con domicilio en la Florida, Orbitel Comunicaciones Latinoamericana y Orbitel Servicios Internacionales S.A.”, detalló.

Pero en una operación que en su momento diferentes movimientos cívicos y sindicales denominaron como el “cambiazo”, dijo Álvarez, se descubrió que en el certificado de existencia de UNE EPM Telecomunicaciones S.A., expedido el 11 de diciembre de 2014 por la Cámara de Comercio de Medellín, aparece como empresa matriz Millicom Spain S.L.

“La operación encubierta, con la complicidad del exgerente de EPM, Juan Esteban Calle Restrepo, la llevó a cabo Millicom con otra empresa de papel denominada Millicom Spain S.L., constituida en España en el año 2007, sumadas a Global Locronan S.L., Peak Five S.L. y Peak Record S.L., tres compañías que Millicom creó en el 2013 después de que el Concejo de Medellín le diera vía libre a la estafa y las cuales conforman el supuesto Grupo Empresarial que se apoderó de UNE EPM Telecomunicaciones S.A. y sus empresas asociadas”, apuntó.

Para finalizar, el excorporado resaltó que “la deuda de UNE EPM Telecomunicaciones S.A. en diciembre de 2016 era de 3.4 billones de pesos. Están vendiendo los activos y a través de una empresa de papel como Huawei (compañía china), están saqueando los dineros con los contratos de una supuesta sustitución patronal”, manifestó.

Cabe recordar que la multinacional asiática adquirió hace un año la unidad de negocio que se encarga del manejo y operación de la red de telecomunicaciones de Tigo-Une en Medellín a través de un modelo de Proveedor de Servicios de Gestión (MSP por sus siglas en inglés) que transfirió la operación y mantenimiento de la red de telecomunicaciones en su totalidad, según funcionarios de Huawei.»

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UNE – Millicom: el enredo de los $1,4 billones

Autor: Redacción
26 noviembre de 2017 – 02:00 PM

 

CONOCIMIENTO Y PROGRESO DESDE LA PERIFERIA

Por: Gonzalo Salazar

Noviembre 26 de 2017

Nuevo es lo que no hemos conocido, pero sí reconocemos

Los movimientos revolucionarios, desde la revolución rusa, pasando por la China, el sur de Asia, y África, los intentos frustrados en Centroamérica y por supuesto Cuba, en el siglo pasado, necesitaron recoger de sus diversidades étnicas, sociales internas, de sus particularidades geográficas y económicas, los elementos históricos, epistémicos y culturales de sus pueblos, para construir imaginarios de nuevas sociedades, para elaborar sus proyectos y crear sus movimientos transformadores (así sus dirigentes o sus organizaciones de “vanguardia” no lo hayan hecho a cabalidad o hayan tergiversado o desviado los objetivos de sus revoluciones); caminaron aprendiendo de sus propios errores y de las experiencias de otros pueblos en una praxis constante que les obligó a crear sus propios instrumentos de lucha y a identificar nuevos paradigmas.

Hoy es una condición ineludible para los auténticos movimientos populares transformadores en cada país de la periferia, elaborar una filosofía propia, una cosmovisión emancipadora con esos elementos, porque no se trata de homogeneizar las sociedades, sino, reconocer y respetar la diferencia y la diversidad culturales para construir la autonomía, la equidad y la solidaridad.

Con el conocimiento y reconocimiento de las problemáticas que viven los sectores populares de nuestro país, podemos visualizar alternativas posibles para ponerlas sobre la mesa del debate político en el proceso liberador-transformador de nuestra realidad; alternativas democráticas que incluyen aportes de intelectuales, de organizaciones políticas y sociales del campo popular a nivel local, regional, nacional e internacional; haciendo énfasis en la necesidad sine qua non para la elaboración-integración de un pensamiento propio, plural-diverso emancipatorio, (que desde la academia puede ser una teoría o una filosofía), nacido de las raíces, un nuevo relato de nuestras historias e identidades; pues la lucha de las ideas y la construcción teórica son tan fundamentales como la movilización, la acción directa o los movimientos culturales; proceso en el que es indispensable la confluencia de las diversas cosmovisiones de las comunidades y pueblos que forman la nación colombiana, como de las diferentes corrientes políticas e ideológicas de la izquierda y del humanismo; reconociendo lo que hemos sido como latinoamericanos, como colombianos, lo que hemos acumulado cultural, económica, ecológica y socialmente como colonia y hoy, como Neocolonia, en un contexto posneoliberal. Recordamos lo que nos decía Lenin, que “sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”, y el concepto de Raya Dunayevskaya1 desde el humanismo marxista -que desde el mismo Occidente nos proponen- en la importancia de la acción, la organización y el pensamiento, “la práctica como una forma de la teoría”, imprescindible en estos momentos de creación y transformación que requieren nuestra sociedad y nuestro imaginario colectivo de mejor país.

Es importante la abundancia de intelectuales e investigadores-as humanistas orgánicos y vernáculos de los sectores populares, que desde y fuera de la academia, aportan al reconocimiento de nuestras historias y de nuestras realidades actuales, preocupados por el presente y el futuro de nuestros pueblos en estos momentos de crisis del sistema mundo capitalista, cuando crecen y se fortalecen las resistencias de comunidades y pueblos, cuando la rebelión invade los pensamientos de la juventud, cuando resurgen e insurgen fundamentales fuerzas sociales, nuevos sectores populares, nuevos movimientos sociales-culturales en Colombia, en Abya Yala y en el mundo, simultáneamente a la “globalización” y radicalización del capitalismo neoliberal y posneoliberal (nunca ha dejado de ser colonialista) en su propósito expoliador, explotador, destructor; cuando hemos llegado a un neocolonialismo que pudiéramos llamar global, ejecutado por las corporaciones transnacionales extractivistas y financieras, modelo garantizado por el poder oligárquico; cuando nuestros vecinos progresistas del sur creen dar pasos hacia la ansiada independencia económica y política, de las metrópolis imperialistas, buscando la integración del Sur, dentro del capitalismo.

Desde la intelectualidad de los sectores y movimientos populares, desde un sector crítico de la academia, se comienza a redescubrir y reconocer lo propio, lo ancestral, lo ecológico, lo plural y lo diverso nuestro latinoamericano y caribeño, como ingredientes fundamentales en la realización de ese otro mundo mejor posible. Al lado de la crítica política e ideológica se plantean posibilidades, alternativas y propuestas de cambios estructurales y culturales que escapan de los esquemas y de los fundamentalismos de las ortodoxias academicista y marxista, (económica, política, filosófica, epistémica) con conceptos revaluados de progreso, autonomía y dignidad. Hechos recogidos por investigadores humanistas e intelectuales orgánicos de los sectores populares, de la izquierda, de los pueblos originarios; ampliando conceptos con aportes de dirigentes políticos y sociales latinoamericanos y del Caribe, que nutren nuestros pensamientos y nuestros proyectos. Sin embargo, han sido científicos con sus visiones eurocéntricas imperialistas y colonialistas nacidos en Europa y Norte América, quienes han desarrollado la mayor parte de las investigaciones antropológicas, sociológicas, históricas, económicas y culturales de nuestros pueblos para estructurar sus planes de dominación, y cuyas conclusiones son aceptadas e impuestas por la academia oficial –en Colombia- condicionando la formación de nuestros intelectuales, estudiantes y profesionales a la sumisión y la obediencia, y por consiguiente la formación política acrítica de nuestros dirigentes y de la propia izquierda.

Conceptos como dependencia, pobreza, socialismo, democracia radical y soberanía son indispensables en el análisis, en el conocimiento y reconocimiento de la realidad que se nos ha impuesto, (en un contexto neoliberal, de crisis estructural del capitalismo) pero que queremos transformar, construyendo nuestras propias realidades y, en la configuración de nuestras utopías; también nos obliga a profundizar en ellos, dándoles soporte en las raíces históricas, económicas y culturales de nuestros pueblos, incluso, asimilando e identificando estos conceptos con las palabras y las prácticas que éstos han construido en sus historias y luchas. En consecuencia, cuando se generalizan las frases “bien vivir”, “vivir bien” o “buen vivir” entre quienes pretenden cambios estructurales en América latina, y son asumidas críticamente por demócratas, humanistas y revolucionarios, no se trata solo de traer del pasado un concepto que pudo haber tenido plena representación en la vida de estos pueblos, ni de avalar o negar totalmente los ensayos de sectores nacionalistas progresistas presentes hoy en sus respectivos gobiernos, sino, cómo este concepto aborigen renovador-emancipador se equipara, se asemeja y o se complementa con conceptos mestizados como socialismo raizal, bienestar y democracia radical o popular, dándoles una nueva connotación desde abajo, con un lenguaje común en los sectores populares.

Uno de los principales obstáculos en el proceso revolucionario en Colombia, dirigido por la izquierda, ha sido su incapacidad de elaborar una propuesta unificada y consensuada (entre sus organizaciones y los sectores populares) del tipo de país que queremos, llevando muchas veces su sectarismo escisionista a los sectores populares donde ha penetrado o donde ha caído en momentos de auge de sus luchas, contribuyendo a la dispersión con su mirada eurocéntrica subjetivista vanguardista (no una subjetividad autoconstruida). Ha sido una práctica colonial común en la izquierda tratar de homogenizar comunidades y sectores populares, buscando imponer y masificar propuestas, modelos e ideologías, sin tener en cuenta la diversidad con sus particularidades culturales e intereses económicos y políticos.

La izquierda -en la cual se incluye el autor- y el liberalismo, se han especializado en la elaboración del diagnóstico, en el análisis de coyuntura local e internacional, en la interpretación de las teorías, de la filosofía que nos llegan de las metrópolis occidentales, en la “citología” academicista seguida por esta izquierda, en la que el intelectual no se compromete ni tiene criterios propios y trata por todos los medios de no asumir una posición propia -una tara de la academia occidental, supuestamente “neutral u objetiva”-, de donde se desprende el dogmatismo y la difusión de conceptos prefabricados, haciendo uso de esas herramientas políticas e ideológicas la mayoría de los dirigentes políticos y sociales, sin critica ni modificación para interpretar las necesidades y anhelos de sus comunidades y transformar las dinámicas económicas, sociales y culturales de un país diverso, desindustrializado, neocolonial de la periferia, construido (¿o destruido?) en la violencia y la desigualdad social; cuando no ha sido la copia de modelos organizativos verticales autoritarios y procesos fracasados, la guía para pretender cambiar esa injusta realidad, -de la misma manera como la oligarquía ha impuesto los modelos que los imperios en cada época le ordenan- negando muchas veces nuestras cosmovisiones, culturas, pensamientos e historias; práctica que mermó la confianza del pueblo en sus dirigentes de izquierda y revolucionarios. Esa tara de la izquierda no es solo de los revolucionarios colombianos, pues siendo una construcción occidental, como esta civilización, ha entrado en decadencia, se puede concluir que es la generalidad en América Latina, sin embargo en países del norte también se hacen reflexiones similares:

Es decir, tenemos una “izquierda” que ya no es izquierda y que ya no tiene teoría y una izquierda fiel a sus ideales pero con una teoría que se niega a evolucionar porque se niega a aprender de las experiencias prácticas contradiciendo la filosofía de trabajo de los padres de dicha teoría, una izquierda anquilosada, marginal y alejada de las masas porque, entre otras razones, se niega a considerar la situación actual y se agarra a los postulados de hace más de un siglo.2

Los intelectuales estudiosos latinoamericanos y colombianos de las ciencias sociales y las humanidades, tanto demócratas como de la izquierda, del pensamiento critico, nos aportan con sus trabajos, desde y fuera de la academia, insumos para integrar a nuestra identidad plural, elementos negados de nuestra subjetividad diversa, como dice Boaventura De Sousa en la “Sociología de las ausencias”, de la negación eurocentrista de nuestras historias, nuestros saberes, de nuestras cualidades y capacidades. Los movimientos sociales populares como protagonistas, nos brindan las experiencias de sus luchas, sus necesidades y sueños, sus pensamientos, sus epistemologías y cosmovisiones, fundamentos de una filosofía propia desde y con los cuales construir un imaginario colectivo de mejor país en un proceso de unidad, de articulación de luchas y emancipación de nuestro pueblo, con la posibilidad de recrear una nación libre, autónoma y feliz, una sociedad justa y solidaria, un país democrático y soberano.

Parece que para llegar a ese mundo mejor posible es necesario empezar por cambiar nosotros mismos como personas, como nuevos seres humanos, cambiar con una ética humanista nuestras organizaciones, nuestras comunidades, nuestros pueblos, convertirnos en nuevos sujetos transformadores, cambiando nuestras formas de pensar, de ver, de hacer, de comprender, de sentir, de convivir, y salir de la cultura de la sumisión descolonizando nuestras mentes y pensamientos; o sea, crear y reconocer lo nuevo, que casi siempre tiene raíces ancestrales.

Gonzalo Salazar 2017

1 Raya Dunayevskaya -1910-1987. Filosofa del Humanismo Marxista. Desarrolló la teoría del Capitalismo de Estado. Algunos de sus trabajos: Filosofía y Revolución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao – 1973-, Marxismo y libertad. Desde 1776 hasta nuestros dias-1958-. El Poder de la Negatividad. Liberación femenina y dialéctica de la revolución. Escritos sobre la dialéctica en Hegel y Marx, obra póstuma editada en 2009.

2 Los Errores de la Izquierda. José López, joselopezsanchez.wordpress.com Marzo de 2011

ECUADOR: CARTA DE RAFAEL CORREA A SU MILITANCIA

Estimados compañeros de AP:

Ya son más de once años desde que empezamos este sueño colectivo llamado Alianza PAÍS: Patria Altiva i Soberana, soporte de nuestra Revolución Ciudadana, la cual recuperó la Patria y asombró al mundo.

Por darle la voz a los humildes, oportunidades a los pobres, derechos a los trabajadores, dignidad a nuestros campesinos, por arrancarles el poder a los que siempre habían usufructuado de él –la banca, los medios de comunicación, la partidocracia-, nos granjeamos poderosos enemigos, y nos acusaron de “polarizar” el país. Olvidan que, por la mitad de lo logrado, hace pocas décadas hubiéramos tenido una guerra civil. Nosotros lo hicimos cansándonos de ganar elecciones.

No recuerdan el país que nos dejó el neoliberalismo y la partidocracia, convaleciendo aún de una terrible crisis económica por la cual perdimos la moneda nacional y la quinta parte de la población tuvo que emigrar; con una corrupción tolerada e institucionalizada en Educación, Salud, Aduanas, Registro Civil, Petroecuador, telefónicas, Justicia, Política, etc.; y con una desastrosa inestabilidad institucional, en la que en diez años tuvimos siete presidentes, sin que ninguno de los gobiernos electos terminara su mandato.

El triunfo electoral del 2 de abril pasado sólo fue posible por la voluntad de un pueblo que siguió apostando por la Revolución y los cambios logrados en una década de gobierno, y permitió abrazar la esperanza de continuar con el proyecto transformador.

Esas elecciones las ganamos confrontando la más grande ofensiva de la derecha, la oligarquía y los poderes fácticos –nacionales e internacionales- que conoce nuestra historia moderna. No fue en medio de abrazos ni claudicaciones.

Como nunca antes, dos modelos y visiones del país estuvieron en disputa, y el pueblo nos volvió a refrendar y reiterar su confianza, e indudablemente nos marcó la ruta que espera de la Revolución Ciudadana en este nuevo período, y esa es la ruta de los 10 años que preceden a la actual Gobierno. Si fuera lo contrario, no estuviéramos contando ni este triunfo ni esta historia.

Es evidente que se ha traicionado esa voluntad popular, esa victoria histórica, esa Revolución Ciudadana. Se aplica el programa político de la derecha, sumando todos sus apoyos. Esto bastaría para saber de qué lado estar.

Con la impúdica complicidad del Gobierno, los poderes fácticos han logrado filtrar nuestro propio imaginario. Ahora resulta que todo lo hicimos mal; que la partidocracia y los medios de comunicación corruptos tenían razón; resulta ser que fuimos los “sembradores de odio” y los “perpetradores de la división entre ecuatorianos”. Todo es tan paradójico que ahora los saqueadores de la riqueza nacional, los causantes de la debacle económica y de la migración de millones de ecuatorianos, pretenden dar cátedra de ética y honradez. En un gran engaño se sentaron a “dialogar” con ellos, cuando los acuerdos eran ocultos y previos, y mostraron un “sentimiento de culpa” otorgándoles una razón que jamás tuvieron, deslegitimando nuestra lucha por transformar la Patria.

Nos volvimos diez años atrás, a las “mayorías móviles”, al “toma y daca”. Eso también es corrupción. El viejo país está de vuelta, y a esto se prestan oportunistas y desleales con los más inverosímiles argumentos, tratando de robar nuestros símbolos y referencias, como que si con aquello pudieran acallar sus conciencias.

Hemos ganado 14 elecciones en diez años, algo sin parangón en la historia. Siempre nuestros enemigos fueron derrotados, pero jamás esperamos que estuvieran en nuestras propias filas. Su arma más canallesca: ponernos como un gobierno corrupto, cuando pertenecieron a él, y saben que jamás toleramos la corrupción.

¿Se olvidan que el prófugo Ramiro González fue alto directivo de izquierda Democrática, prefecto de Pichincha, y binomio de León Roldós para las elecciones del 2006? ¿Esto hace a León Roldós “corrupto”?

¿Se olvidan que Carlos Pareja Yanuzelli fue editorialista de Diario Expreso durante dos décadas, y supuesto referente de honradez en el sector petrolero? ¿Esto hace a todos los editorialistas de aquel diario, “corruptos”? ¿Olvidaron ya que el jefe de la mafia en el caso Refinería es Carlos Pareja Cordero, altísimo dirigente socialcristiano?

¿Acaso la corrupción de Odebrecht no ocurrió en doce países, como ocurrió en Europa el caso Siemens?

Pero nos quieren hacer creer que fue aquí que se “permitió” la corrupción, y un inocente se encuentra preso, el compañero Vicepresidente Jorge Glas. Hasta la oposición dijo que su prisión es un abuso, pero ciertos “compañeros”, en lugar de exigir el debido proceso, pidieron su renuncia. El objetivo: apoderarse de la Vicepresidencia.

Si tenemos que perderlo todo por defender a un hombre honesto, habrá valido la pena. Nosotros no somos Judas ni Pilatos. Si, como se pretende, la opinión “mayoritaria” es la verdad, entonces Cristo fue correctamente crucificado.

La historia se repite dos veces, decía Marx, la una como tragedia, y la otra como comedia. Acordémonos que nuestra fundación como república es fruto de un magnicidio, el que se comete en contra del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. Casi un siglo después, serán los herederos de esas mismas oligarquías los que asesinen a los Alfaro, junto a Paéz, Coral Serrano, Montero, bajo el pretexto de que había que terminar, a cualquier costo, al alfarismo y lo que éste representaba, que no era otra cosa que seguir transformando la sociedad.

Actualmente estas oligarquías vienen detrás de la Revolución Ciudadana, y de lo que denominan “correísmo”, al que buscan exterminarlo como proceso revolucionario, no por otro motivo que haber cuestionado y desafiado a los sacrosantos poderes erigidos por la oligarquía y sus testaferros, recuperando el Estado de sus garras, e iniciando la construcción de alternativas, gobernando con y para los pobres, los marginados, los excluidos por el capital y los poderes fácticos.

Toda revolución trae aparejada la contrarrevolución. Podríamos ver hasta como natural la reacción de las clases dominantes ante una nueva hegemonía popular en la sociedad, y también la de supuestos “luchadores sociales” que, con banderas de izquierda, nunca batallaron por el bien común, sino por sus mezquinos intereses de grupo, victimizándose en sus desafueros, en complicidad con la oligarquía.

Para las clases dominantes no hay peor delito que “desafiar” su poder. Se trata de “matar” el “mal ejemplo”. Vienen con odio. Están dispuestos a repetir viejas historias de persecuciones y crímenes.

Por ahora la contrarrevolución está en nuestras entrañas, y es mucho más mortífera. Los escenarios son muy parecidos a los que se crearon a comienzos del siglo pasado, cuando Plaza Gutiérrez, desde lo interno de la Revolución Alfarista, empieza su destrucción, episodio que culmina con la Hoguera Bárbara, y el retroceso de las transformaciones sociales y políticas que se había forjado.

La ruptura no es formal ni de estilo, es una traición profunda, el placismo del siglo XXI, y, si no lo entendemos, terminaremos echando por la borda todo lo construido estos diez años.

No lo buscamos, ni siquiera lo imaginamos, pero se presentó, y es necesario enfrentarlo: hay que expulsar a los traidores. Estaremos menos, pero seremos más. Tal vez lo necesitábamos, para volver a nuestros orígenes, que no es el poder, sino la ciudadanía.

La tarea será durísima y peligrosa, cuentan con la complicidad de la prensa y de los grupos de poder, que callan ante la evidente persecución política y los más claros atentados al Estado de Derecho, pero menos dura y peligrosa que, cuando hace doce años, ante un país destruido por los mismos de siempre, un puñado de soñadores dijimos: la Patria vuelve.

No podemos dejar ganarnos la guerra moral. A tenernos fe. Hemos hecho lo correcto, con los errores inevitables de toda obra humana. Intentan destruirnos moralmente, y no lo podemos permitir. La única batalla que un revolucionario jamás puede perder, es la batalla moral.

Saludo a todos los compañeros y compañeras que han resistido valientemente a la persecución, el chantaje y el amedrentamiento de la pero especie. A aquellos que han sido expulsados de la gestión pública, compañeros que lucharon con vienes y persona para el triunfo que, paradójicamente, hoy se vuelve en contra de todos nosotros, debido a esta infame traición.

“La hora más oscura es la más cercana a la aurora”, decía el Viejo Luchador. Nuestro pueblo desprecia a los traidores, que, para destruir la Revolución Ciudadana y a sus líderes históricos, están haciendo tabla rasa del Estado de derecho, atacando principios constitucionales, legales e institucionales. Por ello debemos organizarnos, unirnos, y romper el silencio.

Es hora de iniciar la gran segunda etapa de la Revolución Ciudadana, que comienza nuevamente desde las bases, desde la calle, el barrio, la esquina, y que defenderá y continuará lo logrado, superando este momento duro que vivimos, derrotando a los traidores.

Compartimos un proyecto por el que hemos dado y seguiremos dando lo mejor de nosotros, un proyecto político que es también un compromiso vida. Oportunistas y acomodaticios, lamentablemente, existen en todos los procesos revolucionarios, pero a esa militancia auténtica de la Revolución Ciudadana, le pido que trabajemos para fortalecer el Movimiento Alianza PAÍS en coherencia con su historia y con su identidad.

Podemos tener dudas de lo que ocurrirá, pero la absoluta certeza de dónde estarán nuestras lealtades: con la Patria, con el pueblo, con la Revolución, con las espadas de Bolívar y Alfaro.

¡Hasta la victoria siempre!

Rafael Correa

 

CARTA DE RAFAEL CORREA

Regresa el presidente Rafael Correa al Ecuador

 

 

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