Archivo mensual: junio 2016

¿PAZ? UN ROTULO MAS (Colombia)

Por: JulioCésar «Cuadernos de Reencuentro»

La humanidad ha coexistido entre momentos de tranquilidad y el caos. En apariencia toda la magia de la vida y la existencia es una oportunidad que el hombre tiene para disfrutar de las maravillas de este mundo, tanto en su naturaleza como en sociedad, pero en el sentido de vida que cada individuo o grupo social le ha dado a su discurrir vital se encuentra con un caos que debe llamar vida, colocarla en una escala posicional y darle su valor relativo.

Desde el genocidio europeo en nuestra América varios han sido los momentos específicos de agresión contra cualquier concepto de vida y existencia y su población siempre ha vivido con la esperanza de la paz. Cuantas veces no hemos soñado desde lo general y desde lo específico de nuestra convivencia con un inmenso y hermoso momento de tranquilidad para nuestra población, tanto desde una proyección histórica como en el fuego de nuestro corto paso por este mundo.

Los gritos de independencia colonial del siglo XIX en América Latina abrió un nuevo caos, nuevas incertidumbres y la concepción de desigualdad y la lucha de clases prevaleció porque estaba inmerso en el «nuevo» orden social establecido. La paz no apareció como una realidad social, lo real era las condiciones de represión y dominación, y unas condiciones materiales de la humanidad deplorables y desastrosas que abrían senderos a nuevas formas de colonialismo.

En Colombia los procesos revolucionarios que emprendieron las fuerzas socialistas desde comienzos del siglo XX dieron lugar a la aglutinación de los sueños en organizaciones revolucionarias de corte marxista que se alzaron violentamente en contra del estado y del sistema capitalista… esta confrontación ha dejado una gran cantidad de muertos del lado del pueblo, la confrontación entre las mismas organizaciones revolucionarias, la creación de grupos paramilitares al servicio de la burguesía colombiana e internacional, el estancamiento en las formas de lucha, el avance de la sociedad y la quietud intelectual de la dirigencia revolucionaria, varios procesos de paz con distintas organizaciones revolucionarias que no han significado ningún hito nacional que lleve a magnificar el concepto «PAZ». Además una constituyente (91) que en términos prácticos no significó{o nada para Colombia: al día siguiente todo el pueblo se despertó con la misma «cruz a cuestas».

Las organizaciones armadas que actualmente operan en Colombia (de derecha o de «izquierda») producen miedo en la población, y en el actual momento ninguna de ellas representa una vanguardia de esperanza ni de vida para el pueblo, es esto lo que la delegitima y lo que no hace trascendental para el grueso de la población un proceso de paz más. Respecto a las clases dominantes en Colombia están incapacitadas para lograr en cualquier momento la paz para el país: ellas gestaron todo este caos, ellas hacen parte de la burguesía internacional y del concierto imperialista, están incapacitadas estructuralmente para eliminar las causas que generan la violencia, la desigualdad social, el desempleo, el hambre. Todas estas variables son inherentes al capitalismo y el mismo capitalismo hoy más que nunca sabe que el caos interno de su propia estructura causará su destrucción. La paz no es posible conseguirla bajo esta premisa, y el actual será un «proceso de paz», es decir, será un titular más. El estado capitalista está condenado por la misma lógica de su estructura a seguir siendo violento tanto con las condiciones materiales de la sociedad como en el concurso y empleo de su aparato militar bajo cualquiera de las formas que se manifieste.

Por: JulioCésar «Cuadernos de Reencuentro»

EL PRIMER DÍA DE LA NUEVA GUERRA DE URIBE VÉLEZ

Los Acuerdos hoy firmados en La Habana entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP, después de casi cuatro años de negociación, son importantes. Es lo que se infiere de la presencia de las delegaciones presidenciales, y del propio Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon.

La importancia de este hecho histórico se puede medir por sus beneficios en tres frentes:

El primero de ellos es simbólico: lo que significa para la gobernabilidad y el ambiente social nacional, haber probado la eficacia del Estado en sostener frente a diversos y numerosos enemigos, y a un costo político altísimo, un proceso de negociación que en varios gobiernos anteriores, incluyendo el de Álvaro Uribe Vélez, había fracasado.

El permanente fracaso de un proceso de negociación nos sometía a la infructuosidad, al pesimismo, a la amargura, a la desconfianza y la incredulidad frente al Estado y sus gobernantes. Y nos exponía a la polarización, a los terrenos abonados para los discursos del odio y la venganza, y a la violencia como forma de gobierno y de vida cotidiana.

Los efectos del esfuerzo de avance paciente y convencido del gobierno de Juan Manuel Santos en la ruta de la negociación, conquistados en medio de un terreno minado,  es un símbolo poderoso.

El segundo frente de beneficios de la firma de los Acuerdos de La Habana, es el hecho de incluir en la dinámica de la sociedad civil, una masa de pobladores y de territorio antes no sólo marginales, sino alzados en armas contra el Estado. Una masa con sus propios intereses, que podemos compartir o no, pero que desde hoy están obligados a conducir sus ambiciones  desde adentro y con las armas que les ofrece el Estado de Derecho. Y eso significa más inclusión, más Estado.

Y en tercer lugar, los Acuerdos de La Habana significan para Colombia más democracia, en el sentido de que los nuevos espacios políticos abiertos saldan una deuda histórica, suturan la herida que abrió la negación violenta de parte del régimen a espacios alternos de poder. Porque es esa, y no otra, la raíz de nuestra guerra.

Y eso hoy (sobre todo hoy) no debe causarnos temor. Tenemos que ser capaces de pensar en una democracia nuestra, reconociendo nuestros propios elementos históricos y sociales, desmarcándonos de la violencia que engendra el querer meternos a la fuerza en modelos idílicos, extraños a nuestra realidad, en los que siempre hemos aparecido como el laboratorio experimental de occidente.

Y es ese precisamente el argumento de Uribe Vélez, Alejandro Ordoñez, y su séquito de seguidores, expertos en negar de un tajo las evidencias de una realidad social y cultural, tejida en tiempos largos por gente de carne y hueso. Realidades que intentan evadir contrastándola con imágenes y discursos míticos y mentirosos.

La guerra y la paz colombianas son fenómenos sociales, construidos a partir de intereses locales cada día más globalizados. Fenómenos transformables, a partir de asimilar y reconstruir esos intereses concretos, donde el punto de partida no es el maniqueísmo de los malos y los buenos, sino la comprensión de las realidades sociales y sus intereses.

Prometer la conquista de una sociedad pulcrísima, a partir del escarnio y el sacrificio de algunos Chivos Expiatorios, no sólo es una solución falsa y una manipulación, que con intereses propios de poder necesita dividir, condenar a algunos y santificar a otros; sino la promoción de la involución de la sociedad en general, de su embrutecimiento, de su hundimiento en el oscurantismo mesiánico y milagrero, es decir en la dependencia y la incapacidad de tomar las riendas de su propio destino.

Frente a lo real (léase defectuosa, incompleta) de la paz que hoy se inicia en La Habana, Uribe Vélez y Ordoñez continuarán ofreciéndonos un mundo idílico sin maldad, él mismo que no han podido ni podrán regalarnos, porque no existe.

De aquí en adelante magnificarán cualquier fuego pirotécnico, cualquier disputa intrafamiliar, para hacernos creer que esa es la violencia que produce la paz de Santos. La violencia que nos aseguran no  existiría, si hubiésemos encarcelado o fusilado a ‘Timochenko’ y su ejército.

Frente a esa nueva guerra de crispaciones que ahora nos ofrecen, les proponemos mejor arremangarse y trabajar por la paz en lo real, en el tejido interminable del país que se abre, y que será bueno para todos, incluyendo los nietos de Uribe Vélez, que serán bienvenidos, siempre que vengan a a ‘trabajar, trabajar, y trabajar’.

Marlene Singapur

http://gusanoenlafruta.blogspot.com

Acuerdo punto 3 «Fin del Conflicto»

 

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acuerdo-fin-conflicto-garantias-seguridad

Comunicado Conjunto Acuerdo sobre Cese al fuego y de hostilidades bilateral y Definitivo y Dejación de Armas

VER

http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/declaraciones/Paginas/preguntas-respuestas-acuerdo-fin-conflicto-proceso-paz.aspx

El campesinado colombiano en la encrucijada

 Por: Ricardo Robledo

Para el 30 de mayo se fijó la hora cero para el inicio del paro agrario convocado por las principales organizaciones campesinas del país, en respuesta a las graves condiciones en el campo y al incumplimiento gubernamental de los acuerdos firmados por las partes en el 2013. Como muestra anticipada de la posición de la institucionalidad con respecto a las reclamaciones populares, el 29, aún antes de empezar la jornada de protestas, el indígena Willington Quibarecama Naquirucama, de 26 años y perteneciente al resguardo Dachini, falleció por traumas cráneo encefálicos, al ser atropellado por una tanqueta del ESMAD (escuadrón antidisturbios), y caer a más de 20 metros de altura en el viaducto La Víbora, en el Valle del Cauca, al suroccidente del país.

 Las protestas se presentan por diversas y justas motivaciones como las que surgen del hecho de que las importaciones de alimentos, como resultado de los tratados de libre comercio y de la sumisión colonial, han acabado con la economía campesina. Dice el informe del padre Javier Giraldo en la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas: “…los  alimentos importados pasaron de 252.516 toneladas en el primer trimestre de 2011, a 385.196 en el primer trimestre de 2012 y además el valor de su importación se incrementó en un 54.2%. La sola importación de lácteos aumentó en un 543.4% en ese periodo. La presión de potencias extranjeras obliga a Colombia a importar y a usar sólo 5.3 millones de hectáreas de los 21 millones con vocación agrícola existentes. Todo esto se relaciona evidentemente con la pobreza, ya que la población bajo línea de indigencia ha ido en aumento: pasó de 20.4% en 1991 a 31.1% en 2003, siendo muy dramática en el ámbito rural: 53.3%” (pag 224)

 Dice además el informe: “…encuesta realizada en 10 departamentos (los 7 de la Costa Caribe más Antioquia, Chocó y Meta) entre 1997 y 2007 que es el período más intenso de acción de las AUC; allí registra el despojo de 744.580 hectáreas por los paramilitares, quienes desplazaron violentamente en ese período y esas zonas a 985.566 campesinos. Por su parte el Proyecto Protección de Tierra y Patrimonio de la Población Desplazada –PPTP- calcula el total nacional de predios abandonados entre 1994 y 2010 en 8.4 millones de hectáreas” (pag 224)

 “Luego de 30 años de despojo violento de tierras (1981-2011), sin contar los períodos anteriores no menos violentos, el actual gobierno del Presidente Santos expidió la Ley 1448 de 2011 que contempla mecanismos de devolución de las tierras despojadas o forzadamente abandonadas, pero sus dispositivos han sido tan ineficaces que, como lo denuncia un Magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, mientras se había programado resolver 160.000 casos en los primeros 4 años de vigencia de la ley, pasados tres años sólo se han solucionado 1434 casos, no llegando la ejecución siquiera al 1%.” (pag 224)

 Otras cifras ilustran el tamaño de la inequidad: “ Respecto al derecho a la ALIMENTACION, si a mediados de los años 90, 147 de cada mil personas sub-nutridas en América Latina eran colombianas, a comienzos de los 2000 la proporción subió a 173, hallándose el país muy por debajo del mínimo de consumo de kilocalorías establecido por la FAO. Al mismo tiempo, la producción per cápita de alimentos, bajó sensiblemente en Colombia a partir de 1990 (entre 1990 y 2001 tuvo un descenso de 13.3%), por lo cual el Coeficiente de Autosuficiencia Alimentaria bajó de 0.91 en 1990 a 0.64 en 2001.” (pag224).

 El índice GINI de tierras, para 2011, era de 0.885. (pag 223). Con el desastroso panorama que muestran estas cifras para el país y el campesinado en particular, se pueden entender la justeza de las luchas y reivindicaciones del paro agrario presente. Son los reclamos de una población abandonada, perseguida, asesinada y sometida al  descarado manoseo de los funcionarios estatales y de sus instituciones.

 Son muchas las reflexiones que surgen a partir de esta realidad. Mientras en Venezuela el gobierno lucha para que su país y su pueblo tengan soberanía alimentaria; en Colombia, el régimen ataca a los campesinos para que no siembren.

 Los campesinos Colombianos se tienen que enfrentar al gobierno, son desplazados de sus parcelas, atacados por los actores armados -incluidas las fuerzas oficiales- son golpeados por la policía. Entonces, ¿Quién defiende a los campesinos? Como revelan algunos pensadores, es en esas situaciones en las que no se ve la salida, en donde se encuentran las grandes soluciones. La cruda realidad irá convenciendo a los colombianos del enorme contenido de esa verdad, a veces demorada de apropiar, de  que “sólo el pueblo salva al pueblo”. Adelante pues, con un paso más.

Asombroso discurso uribista por la resistencia civil

Por: hp

Tenía que cubrir un evento en un pueblo de la costa, en función de las labores periodísticas; para fortuna de la región se soltó un tremendo aguacero que era bienvenido puesto que ya se ajustaban siete meses en los que no caía ni una gota de agua; pero para mi infortunio o suerte – no se sabe cómo lo negativo puede convertirse en bueno- por el chaparrón se hacía imposible la visión y extravié mi camino.

De tal forma que fui a parar a un pueblo en el que se apreciaba una cálida luz, se respiraba serenidad y tranquilidad –como verán, no vayan a pensar que era paz, porque existen muchos sinónimos para significar lo mismo- mejor dicho como si se estuviera en el mismísimo ubérrimo paraíso.

Había una tribuna en el parque principal y observé algo que me pareció como el cadáver momificado de carlos castaño en actitud de oración y dando frente al palco. También se encontraba una paloma que había viajado desde el Cauca, tenía electrones de valencia en sus alas y estaba en tal estado de arrobamiento con tan fuertes convulsiones que ni aún entre veinte jayanes podían sujetarla.

A un costado de la plaza se encontraba pretelt –así se escribe, verdad- el magistrado que tanto ha colaborado con los campesinos, quedándose con sus tierras para que no fueran a parar en malos manos. Había sido tan generoso, que algún dinero les daba, casi como cuota inicial, con tal de que se fueran lejos y no corrieran peligros en la zona. Los labriegos se agolpaban a su alrededor y le rogaban que les sirviera, que se quedara con sus parcelas; en tumultos le tiraban títulos de propiedad que él rechazaba con noble gesto. Se veía menos obeso de lo que se apreciaba por televisión y era tan fotogénico que hasta parecía inocente, sincero y honesto.

Algunos decían que habían tenido que sacrificar cien vacas y cincuenta cerdos para los tamales que se servían acompañados de patacones de plátano verde; pues, Maduro no les gustaba. Habían organizado la plaza con un ingenioso sistema de espejos de tal forma que tanto el palco como los asistentes tiraran hacia la derecha y quedaran todos de espaldas a Venezuela. Todos comían a carta Cabal. Se veían pancartas de las poderosas familias que patrocinaban el evento,  se leía algo así “la aforé y la acosté”, pero que el agua, que aún corría por mi rostro mezclada con el sudor, entorpecía la visión.

En el medio estaban precisamente los de clase media, quienes eran los más fervientes y aguerridos. Eran alimentados con rompe, pero apanado y con delicioso sabor a langosta; también les ofrecían algo que iban embutiendo en los intestinos ya lavados de cerdo y que cocinando queda como la morcilla pero del color del caviar, el cual tragaban sintiendo como tal, con gran elegancia y delicadeza, como si fueran miembros de una realeza a la que con fe creían que integraban.

Luego, atrás se ubicaban los miembros más populares, que eran los encargados de las labores de servicio y aseo de baños, pero que eran los que más gritaban clamorosos como si fueran barras bravas o estuvieran en rexixtenxia civil.

En el otro costado, de un lado para otro, corría un tipo bajito, de gafas, gordo, con el pelo grasoso, de un inconfundible aspecto cachaco, que comandaba el bloke más capital que era el de la alimentación; con gran pasión ilustraba a otros como también se podía electrocutar al ganado; todos le decían pachito. Santos animales. A cuantos han sacrificado. Los matarifes, con motosierras made in USA, iban cortando ágilmente a las reses y amontaban las partes, con tanto desprecio y frialdad como si tratara de una mascare de Palestinos o de campesinos en Colombia o en Ruanda; se notaba que tenían gran experticia en la faena.

Pero justo en el centro del palco, dando saludos democráticos, ahí se encontraba El con toda su majestuosidad, la fuente que irradiaba la luz y serenidad que inundaba toda la zona hasta donde alcanzara la línea de vista en el horizonte y cien kilómetros más allá.

Manifiesto que lo que transcribo es fiel copia de lo quedó registrado en mi grabadora, que debido al gran magnetismo del personaje, funcionaba sin necesidad de electricidad. Estas fueron pues sus palabras:

“Colombianos, los llamamos a rechazar el gobierno del traidor de Santos que quiere quitarnos la opción de matar a más personas. Como lo podrá atestiguar monseñor ordoñez, egregio hombre de nuestras más fieles e incondicionales toldas, ha sido la curia la encargada de los cementerios y salas de velación y es nuestra tarea velar por la conservación y solidez de la fe católica haciendo rentables sus negocios; ahora pretende Santos que los colombianos solo mueran de viejos o por los ingentes esfuerzos de las EPS. Nos arrebatan este protagonismo.

Otros eran los tiempos cuando mandábamos cientos de heroicos paramiltares a combatir a los peligrosos campesinos del Aro en Ituango, expertos en sembrar papas, que realmente eran papas bombas camufladas, tal como lo pude comprobar desde el helicóptero de la gobernación de Antioquia, corriendo el riesgo de que estos facinerosos lo tumbaran con balas de salva fabricadas de yuca; pues, mostraban experiencia en esas lides puesto que ya me habían tumbado con un billete de dos mil falso, en la plaza de mercado de Salgar; pero no importa, siempre he estado dispuesto a arriesgar la vida por mi patria Eso ya lo olvidé y los perdono para que prueben algo de mi grandiosa nobleza, generosidad y modestia.

Algo que tendrán que agradecerme los colombianos, por siempre jamás, es que les dejo dos hijos, que en quince años estarán listos para gobernarlos; pues, heredaron mi inteligencia superior, como lo puede refrendar –aunque poco me gusta esta palabra- el doctor en leyes, primo de mi amigo, con el que prestamos tan ingentes servicios a la aviación informal nacional e internacional. Dios lo bendiga y lo tenga al lado de de su tocayo, sí ése, el de las famosas epístolas.-ojo que no quise decir pistolas, para que después no aproveche alguna odiosa senadora del partido verde, que me tiene animadversión y a la que siempre le gusta tergiversar mis patrióticas acciones. Para que no digan que la estoy señalando, voy a decir su nombre en latín, lengua que sólo entendemos ordoñez, santo varón, y yo; su nombre es Claudiaum Lopecce; pero si me sigue atacando me veré obligado a traducirlo.

Hasta el mismo papa Francisco, a pesar de su pasado terrorista y montonero, se sumó a nuestra campaña, cuando dijo que los colombianos no deberían botar esta oportunidad de la paz; así lo interpretamos; es que debido a su ascendencia italiana, tiene mala ortografía al hablar; tampoco creemos que pueda quedarle mal a ordoñez –santo varón.

Llamo a la juventud para que dejen el gustico para más adelante y se enfoquen a recoger las firmas que necesitamos para cubrir tanta ignominia en la patria.

Gracias hijitos”

La emoción me embargaba, tenía la boca seca, cuando El terminó, casi no me salían las palabras para preguntarle cual era la salida del pueblo. El, con sus manos sacras, pulcras e inmaculadas, me señaló la dirección, colocándolas de la misma forma en que Cristo pone los dedos en las imágenes del sagrado corazón. Así me enseñó a evitar y a alejarme de las cavernas que tantas había en ese pueblo. Con detalle observé, que bajo el chaleco, aún conservaba la banda presidencial. Eso sí es amor por la patria.

Hay que dar gracias a la vida que nos ha favorecido con tan grandes hombres para que siempre nos señalen el camino correcto.

Junio 6 de 20016, en el día del campesino

Una pesadilla casi imaginaria

Esa deliciosa costumbre de dormirse viendo televisión puede jugarnos una mala pasada.

Informaba el noticiero que la española Salud Hernández había sido retenida en el Catatumbo, y no sé en qué momento y por extraña circunstancia, empezaron a comentar que el verdadero motivo de su presencia en la zona era darse un baño para fertilidad en uno de los ríos de la región. El riesgo era que algún vigoroso guerrillero, con 20 años de corral, la hiciera suya –por que para ociosos: los elenos- o que tal vez un aguerrido indígena decidiera poner en práctica con ella lo que sus abuelos le comentaban que hacían los españoles con sus mujeres desde hace 500 años.

Lo cierto era que el remedio había sido efectivo y la nueva madre había decidido que el bebé naciera en Colombia para mejorar la raza. El niño que había sufrido múltiples privaciones, que nunca fue reconocido por su padre, creció y se presentó a las elecciones presidenciales del 2050, a nombre del polo, que lo avaló para compensar al muchacho, de tan dura vida, justo cuando estaba casi al borde de irse a vivir en el Bronx, pero recordó que años atrás una ingenioso alcalde había convertido la zona en prósperos centros comerciales. Entonces el pueblo colombiano lloroso votó masivamente por él, por su sangre noble –la española, no la del guerrillero criollo, apenas mestizo- y ganó la contienda electoral frente a la coalición de Tomás y Jerónimo Uribe, con resultados tan reñidos que tuvieron que ser definidos por foto finísh, tomando como referencia el coeficiente intelectual para decidir al ganador; el problema fue que en el país no había máquina capaz de hacer nanomediciones; pues, esta solo existía en la santa sede y para ser prestada tenía que reunirse un concilio vaticano, pero al ver que el colombiano era un pueblo tan fervoroso y por intermediación del presidente del banco santo local, se hizo una concesión gratuita. Como simple contraprestación, la nómina del 10% de los colombianos, que eran los que estaban empleados, fue consignada en ese banco, con pagos en pesos e impuestos en euros para el usuario (generosa concesión del primero al tercer mundo).

Sorprendió en estas elecciones que, por primera vez durante todos los casi 250 años de vida republicana, la oligarquía decidió no mandar a matar a un candidato de un partido opositor favorecido por las encuestas de intención de voto. Algunos dijeron que la razón era que les recordaba el origen noble de su sangre, mitad española (con algo de moro) y mitad criolla, por lo que el complejo de bastardía sólo los afectaba a medias.

Llegada la ceremonia de posesión, se le iluminó la mente al presidente en el momento de ponerse la banda presidencial y por la propagación de la luz en el vacío, deslumbró a todos en el recinto del congreso nacional, pero fue ese instante el que le permitió interpretar el mensaje cifrado que le había dejado su renegado padre: eran las coordenadas geográficas del lugar donde tenía guardada una guaca en dólares. Con esa plata recuperada, pudo sacar a flote la empresa editorial en la que había trabajado su madre y que había venido a menos por la consolidación del negocio de la información vía web. Fue un generoso patrón con los empobrecidos trabajadores; todo al mejor estilo de los libretos de telenovela mejicanos.

El pueblo colombiano se manifestó masivamente para celebrar la inteligencia de su presidente; unos llevaban camisetas del Real Madrid, otros del Barcelona y se veía una que otra bandera española. Entonces el presidente también lloró al apreciar el inmenso progreso que había alcanzado su pueblo; pues, ya no seguían tanto a equipos de fútbol del tercer mundo. Fue en una de esas lágrimas cuando se le refractó la luz y alcanzó a ver a James Rodríguez que estaba olvidado en España; quien al bajarse de un tren trató de explicarle al guardia que se le había quedado el pasaporte en uno de los asientos, cuando terminó, ya el tren bala estaba en Moscú; como ya nadie lo recordaba, era colombiano y estaba indocumentado, fue recluido en un calabozo en Cádiz; sitio en el que apreció fechas escritas en la pared y que se iniciaban en 1794,  continuaban el 16 de marzo de 1816 hasta 1820. Fue entonces cuando el presidente decidió repatriarlo y nombrarlo ministro de deportes.

El jolgorio popular fue incontenible, se discutía si era el mejor presidente que había tenido Colombia; los noticieros televisados agitaban y sacaban encuestas virtuales preguntando si era ofensivo, si o no, pretender que existiera un gobernante mejor que el gran colombiano; los nietos de Darío Arismendi, con un extravagante acento panameño, coordinaban los paneles. Sólo por esta causa los periodistas interrumpieron en el 2050, la campaña mediática para tumbar a Maduro en 6 meses.

Las primeras y más destacadas acciones del presidente, fueron nombrar a su madre como primera dama de forma póstuma –para fortuna del pueblo colombiano- quitar las fotos de Bolívar en el palacio de Nariño y reemplazarlas por las de Carlos V, y repartir cerveza gratis a todos aquellos que se orinaran sobre la estatua de Fernando Vallejo en la calle séptima, como represalia por haber tratado al rey Juan Carlos de holgazán y mujeriego; este último hecho se volvió viral por la numerosas fotos que se publicaban en la web de los muchachos convirtiendo el monumento en orinal. Los que bajaban las fotos en cualquier parte del mundo, tenían que cuidarse de no ser salpicados por el realismo que habían alcanzado los mensajes virtuales para entonces; y todo gracias al impulso que le había dado a esta tecnología, años atrás, la ministra Parody, ahora septuagenaria; las personas lamentaban que ella hubiera decido no tener hijos, para que nos gobernaran.

Las colas para tomar cerveza se confundían en la séptima, con las de las EPS para reclamar los medicamentos; ante la demora, las personas decidían tomarse unas cuantas polas para la espera, y con la borrachera se olvidaban que estaban enfermos. La organización mundial de la salud manifestó que Colombia era el país que mejor manejaba el tema en el mundo; las EPS se enriquecieron, glorificaron al presidente, propusieron su reeleción eterna; como generosa dádiva a los colombianos, decidieron adicionarle la sal de frutas al POS, para que acompañara al acetaminofén; pues ya se había comprobado que curaba el cáncer, la diabetes y prevenía el infarto.

 Fue tanto el carisma del nuevo presidente que hasta se le permitió lavar los calzoncillos en Caño Cristales, sitio que de inmediato se convirtió en atractivo turístico obligado para el mundo; sólo entonces se le concedió a coca cola, a perpetuidad, los derechos de explotar el preciado líquido; su nuevo propietario, Warren Buffet, con la honda sabiduría de sus 143 años, manifestó que Colombia era la economía mejor manejada en el mundo y la de mayor crecimiento; esto le valió que el gobierno le diera la cruz de Boyacá por triplicado y en carácter de gran caballero.

 Se hicieron famosos los vallenatos: “los calzoncillos en Caño Cristales”, “te recordé en el Caño”, “el agua bendita de Caños Cristales”; remasterizaron el disco “pantalones largos, calzoncillos cortos” de Diomedes Díaz; unos gaiteros lograron un premio Grammy con su éxito “A lavá en el caño”. Se destacaban Amparo Grisales y Thalia como modelos eróticos de los videos.

Me despertó el ruido enloquecedor de un auto; fue la causa obligada o algo así. Y a salir a trabajar.

 Días después cuando viajaba colgado en transmilenio, sentí un escalofrío por todo el cuerpo cuando escuché el extra de que Clara Rojas, perdón, Salud Hernández había sido liberada.

Mayo 31 de 2016